lunes, febrero 01, 2010

Pelusas de Dios en la calle y tu departamento

Al menos después de llorar mis ojos se limpian.
Puedo ver la luz bailando entre las hojas de los árboles silbantes.
El polvo que brilla, como encantamiento entre los contrastes de la ventanilla sucia.

El tiempo se detiene un instante.

Un ligero instante.

 Como suspiro tuyo en mi cuello.
                                                             Un sutil respiro de luz.

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Esa noche había llorado también.

Escuche los fuertes castigos del mayorazgo, e intente consolarte pero no pude.
Dije mal las palabras, o quizá tu las escuchaste mal.

Cuando me sentí con el temor de estar en la caverna,
me detuviste un momento y me recordaste la realidad.

Regrese para admitir que estaba cansada.

Verte dormido me recordó lo humano, que igual que yo, eres tú.
Lo frágil... pero de la fragilidad que no asusta.
fragilidad que a veces escondes, para decirme que cuento contigo.
Pero compartimos una amistad sincera acaso?
No lo dudo. También en ti observe un poco de Dios,
del abrazo de Dios que a veces olvido que tengo,
por que me olvido que Dios esta en cosas sutiles, triviales y hermosas.


Cuando me despedí en tu puerta con el cielo nublado, (aún estabas medio dormido)
ya no sentí más miedo ni frió; recordé las pelusas de luz y tu compañía en aquel departamento.

Sonrío.

Dios sigues en este camino conmigo.

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