martes, agosto 10, 2010

Mujer animal.

Ilustración de Philip Giordano en: http://www.philip-giordano-pilipo.com/
¿Qué hay de las noches en que las mujeres salimos a pulirnos los cuernos?
Como enormes toros corriendo en la calles de Pamplona, llenas de furia, enjundia y energía.

¡Que nos topen los mozos y los haremos a un lado!
¡que nos pongan barreras y juntas derribaremos paredes de piedra!

Pero no somos toros... somos mujeres: nos llaman hermanas, amigas, hijas y novias cuando nos quieren; cuando nos odian por que volvemos a nuestro lado salvaje,  nos llaman despectivamente: zorra, gata, perra, rata, loba, burra, víbora, cacatúa, urraca; en vez de aceptarnos astutas, salvajes, obsecadas, a veces  hambrientas, necias y vociferantes...

Hinchadas, cansadas, hartas, molestas, maduras; somos bombas de hormonas, prejuicios, estigmas y velos. Hermosas, dulces, sabias; apasionadas, eróticas, sexuales; profundas, frías, tibias y cálidas... ¿cuántos adjetivos más encontrarían lugar en la caja secreta de una mujer? Sólo ella lo sabe.

Sola, a veces se siente perdida. A veces únicamente así, se encuentra.
Somos flores de temporada que mueren y nacen una y otra vez en el vaiven de la vida y la gloria,
la muerte y la paz.

Una mujer sola piensa sobrevivir en el inmenso mar del miedo y el abandono, por que no se sabe incluída en el nido donde sus hermanas, han enfrentado dolor y pena de igual manera. Busca una cita: una salida con algún hombre que no le recuerde que las mujeres, "buscamos justamente lo que no encontramos en nosotras mismas". Un hombre con quien compartir de manera sencilla la vida! eso es todo... y si está sola, no la juzgues por ser mordaz, dura y cálida al mismo tiempo, por que algunas veces, somos una rica infusión de belladona.

No debería haber castigo a esa libertad salvaje: nuestras batallas fueron dentro de los muros; entre los susurros plagados de armas más letales que el potro... vivimos creyendo que sería todo un privilegio ser por fuera una Dama de hierro; por dentro, sentiamos ser la figura imagen de inspiración, éramos una pulcra Virgen de Nuremberg. Tuvimos un mundo plagado de dudas y culpas sin expiar. Tenemos un mundo de historia y mito sin olvidar.

 Medusa tiene miedo de verse al espejo, no importa si escucha de boca de otros que es un mostruo, si ella misma no lo ve, no existirá tal abominación. -Pero mira Medusa, yo sé tu historia por que soy mujer, igualmente fui castigada por cisne y toro blanco, por halcón y por flecha. Acurrúcate e intentemos seguir juntas la marea. Somos hermanas mujer monstruo, por que compartimos las mismas virtudes y desperfectos. La magia que alza en unos las más bajas pasiones, despierta en otros la pulsión de la vida eterna.

Pero no a todas las mujeres nos gusta viajar en la misma barca. Algunas somos como grandes islas, como ballenas solitarias a quienes nos enseñaron a dejar las penínsulas salvajes cuando nos lastiman. Entonces viajamos buscando un nuevo sitio para creer, resonancias de ecos lejanos, respuestas de rebote, recuerdos de cómo cantar; conversaciones de infinito que arrullen las estrellas y los mundos.

Otras volamos y abrimos los cielos desgajando las nubes; nos mojamos de lágrimas hasta casi morir de frió y finalmente volvemos al nido con nuevas esperanzas. A veces parecerá que nos desvanecemos penetrantes en el aire, o que vamos de caída en picada... pero sólo nos lanzamos estripitosamente para volver a volar una y otra vez. El vértigo nos alimenta, nos despierta, nos hace sentir vivas de nuevo sin miedo de volar más alto cada vez.

Otras corren llenas de coraje y entre sus patas de fuerte galope, hacen derrumbar las raíces mismas de los peñazcos dormidos, que se demoronan como pedacitos de migajas entre velocidad y fuerza. Corren, corren, corren y cada extensión de tierra lejana la hacen suya, conquistadoras de horizontes lejanos y creadoras de nuevos senderos.

Soledad y paz; sutíl y amarga búsqueda; brío de galope y coraje fundido; intentamos encontrar lo que no sabemos que siempre tendremos.

Así es, somos mujeres animales. Todas distintas, todas maravillosas y con feroces fauces que también usamos para limpiar heridas y nuevas vidas.

Nos dejamos domesticar, nos amanza el amor, la amistad, la maternidad... pero nadie nunca deberá quitarnos nuestra libertad. Es alimento del alma para cualquier ser, y aunque no somos seres cualquiera, la ignorancia y la sed de retener nuestro espíritu a veces imita el triste comportamiento del coleccionista entusiasmado, que hambriento de poseer la gabeta llena de los especímenes más asombrosos, confunde la compañía muerta, con exhibición...

La manera más rica de vivir nuestra variedad es a través de la acción. A través de nuestra hermandad y solidaridad.

Dos de mis hermanas mayores me dieron esa lección: no es lo mismo respetar a la otra sólo por ser otro humano, que tener con ella empatía como mujer solidaria. No es lo mismo. Reconoce que en la otra también hay una parte de tí, por que igual que tú ha pasado los mismos males,  ha amado de la misma manera, ha luchado por las mismas cosas, porque igual que tu es mujer, que ya es bastante distinto que sólo ser... siempre la posición de una mujer es más desventajosa... Pero podemos ser mujeres solidarias también.


No se trata de unión para formar escuadras de guerra. Ni de encuetros con miedos compartidos.

Entonces encontremos coherencia en las lágrimas compartidas con la que ha caído, démosle consuelo; por que alguna vez también hemos llorado o lloraremos. Respetemos su melena de leona, sus fauces y garras; combatamos juntas "las jaulas rosas" que dividen nuestras manadas; mostremos nuestros dientes y colmillos; echemos nuestras pócimas y suertes; saltemos al vacío de la nueva hoja en blanco; ayudemos a volar a la que tiene vértigo; cantemos para guiar a la solitaria;  todas somos salvajes alguna vez en nuestra vida, o muchas o varias o algunas.

Por eso mis hermanas son las llamadas locas, las machorras, las solteronas, las que viajan en jaurías hambrientas de aventura, las que son monstruos, las madres de voluntad y alma solitaria, las jovenes ronin, mis amadas, viejas y sabias brujas.

Soy mujer animal, por que mi alma vuela sin miedo a las alturas; mis pies descansan en los charcos de la lluvia que terminó; bebo de la copa amarga del recuerdo, al mismo tiempo que me devoro el cuerpo de mi inocente y dulce compañero.

Soy mujer animal por que  soy una astuta zorra, una hipócrita gata de estilizada silueta; una loba aullante a sus hijos perdidos y una desenfrenada yegua que no conoce límite.

Soy mujer animal por que soy grulla errante de verano,
que volverá para poder anidar en tu pecho,
y una vez más, se volverá a ir en búsqueda de sus hermanas perdidas.