domingo, diciembre 13, 2009

La noche de la salchicha, el queso y el cigarro...

Parecía que no tenía mucho sentido reírse por comer una salchicha. Pero después de tanto tiempo sin reir, las cosas más simples te crean buenas sensaciones.
Ya paso al menos un par de meses y el pánico al vacío es cada vez menos frecuente, pero no por eso inexistente.
Unas hierbas, una vela, un amuleto, a veces no son suficientes para cambiar el ritmo de la vida; pero sí para creer que otras cosas saldrán mejor. Por eso intento reírme aunque a veces creo que no puedo. Cuando por el vidrio de la ventanilla el sol del atardecer apunta directamente a mis recuerdos, como largas pestañas de memorias dulces y amargas.

Tengo que reconocer que recuperé esa parte tan tierna e infantil que tenía; de mujer cansada, de mujer que quiere ser cuidada, de mujer mimada y amorosa que se había escondido detrás de la razón y las comprobaciones de lo que es ser o no alguien madura... madura como manzana crujiente y sabrosa, jugosa, tierna, dulce y dura! Así quiero mantenerme para que cuando me equivoque me digan que incluso cuando eso pasa soy tierna; que aunque pierdo el control soy linda; que incluso cuando no duermo soy bella, y cuando pierdo el control no dejo de ser yo! bonita, bonita! como solías decirme cuando te asomabas a mi corazón y no al día día... bonita como manzana tierna! y feliz de tenerme conmigo. Gracias a la salchicha, el queso y el cigarro!