sábado, febrero 06, 2010

Para ti. Ante el miedo de perderme.

Sabes que eres una persona muy querida para mí. Siempre lo serás.
Ayer fue  un día nublado y confuso. Imposible de evitar.
Pero éste, es también nuestro camino. 
                                                       
                                                            Un camino que a veces nos une y a veces nos separa.

Déjame contarte que después de muchas lágrimas, 
reconozco que olvide que también estabas ahí.
Que también llorabas y sufriste 
por que las cosas cambiaron 
y a pesar de que duele, el cambio no puede detenerse.

Nunca he querido que ésto te hiera. 
Nunca me iría sin decirte que regresaré aunque sea alguien distinta, 
por que tu compañía fué como el sol que me recuerda, que cada día es distinto y cálido, 
incluso detrás de las nubes oscuras. Como lo fué el día de ayer. 

Tu estuviste ahí cuando tuve miedo. 
Sigues aquí cuando tengo el valor para partir.
Tal vez no supe hacerte ver: 
eres una de esas personas que no quiero dejar que se alejen. 
Por eso te tatué en mi alma y memoria como reconocimiento.
Volveremos a vernos.
                                                                                    No tengo miedo a volar; tu tampoco lo tengas.

           El cambio es el ritmo de esta vida, 

                                                                      sin él

                                                                                   no tenemos la oportunidad de de renovarnos.


Esa es mi voluntad más grande... quiero vivir una nueva oportunidad!

le pido a Dios que los cambios de nuestra vida 
(la que compartiré contigo,
 por que te llevo siempre en mi corazón y mi mala memoria, pero con el alma sincera) 

sean siempre para engrandecer nuestra dignidad y no nuestro orgullo.

                                                             No tengo miedo de volar con las alas que me ayudaste a construir. 

Se que para brillar, debemos mantener nuestra luz creciendo, 
... sé que se estaba apagando; por eso voy en busca de un lugar nuevo,
uno que me permita continuar.
Pero no olvidaré, 
                         cuando vuele alto, 
                                                   que nos conocimos siendo apenas voluntades de tierra.
Por eso rezo: cuando me aparte de tu lado quiero recordar de dónde provengo, 
y con humildad poder volver a tu regazo cuando me sienta herida; 
oir tu llanto cuando necesites consuelo; 
darte mi hombro que es también tuyo.
Se que para que me dejes volver, debo saber irme. 

                                                                   Para saber volver, debes dejar irme. 

                                                Esta muestra de amor nos marcará el sendero de la confianza.


Hay momentos de separación y de reencuentro.

Por eso sé que no debo huir y soltar las amarras ignorando el dolor que esto nos causa:

lo haré con cuidado para demostrarte que siempre he querido cuidarte, que valoro tu frágil corazón, 
tu transparente alma, que tantas veces me dio alivio y felicidad. Que te doy las gracias.


                                                                          Me iré tranquila como barquita en el mar, si me despides en la orilla llorando de alegría 

por que sabemos que nos queremos,               que nos quisimos           y            nos querremos; 

que agradecemos lo compartido y por que sabemos que nos volveremos a encontrar.



Mientras me alejo de tí tengo miedo, es cierto. 


No se si nos reconoceremos al reencontrarnos. 
No conozco lo que viene y sé que tendré que enfrentarlo sola.
Pero gracias a que en esta vida pude conocerte, 
sé que Dios me escucha y me acompaña en este nuevo recorrido, 
que me dará alegrías y plenitud una vez más.

Dios, escúchame! Te estoy cantando:
Escucha mi plegaria y hazme sabia para alejar la tentación de la ignorancia y el poder.

No me dejes olvidar nunca 
mi origen, mis errores y mis sueños!

                                                           por que en ellos esta la razón y deseo para querer crecer.

Fortalece mi espíritu;
permíteme conocerme, 
y a ti a través del otro.
Regálame un poco de humildad para pedir ayuda cuando canse mis alas por volar demasiado: 
no permitas que el brillo de las alturas deje ciegos mis ojos. 
Buscaré un refugio. Dame fe para seguir. 
Sé que por la distancia veré empequeñecer a los que son iguales a mí: 
recuérdame la igualdad de nuestras víceras, 
fragilidad, 
enfermedad, 
soledad 
y sufrimiento. 
En inicio y muerte seremos iguales; en el camino nos creeremos diferentes.
Dios, no dejes que le tema a la soledad 
por que durante mi viaje solo,
me tendré como compañía. 
Seré yo quien alimente mi alma. 
Seré yo quien conserve mi cuerpo.
Recuérdame el canto de mis verdaderos abuelos, 
madre, padre, hermana y amiga,
 amigos y hermanos, cuando crea que estoy sola. 
En sus voces, mi tambor de sangre guarda su memoria. 
En mi silencio, la redención de su existencia.
Déjame volver señor mío,
camino de vida, 
ciclo de ritmos, 
grandeza humilde, 
suspiro de fuerza, 
verdad relativa,
fé y luz,
llena de tiempo, amor y sabiduría 
al reencuentro con brazos abiertos, 
de aquellos que creyendo en mí, 
me dejaron ir para crecer, para cambiar 
y para encontrar el sentido de una nueva vida que inició al partir.

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