lunes, junio 21, 2010

Sabré guardar el secreto.

Las espinacas crudas siempre han sido de mis favoritas.
Lavar la lechuga con ternura, después de haber estado fría en el congelador.
Hace falta ese queso de cabra que tanto me gusta, que tanto me encanta, que tanto recuerdo en mi paladar.
Siéntate en la barra conmigo. Hace falta una rica taza de café para mi; el diluible no esta mal, nada mal, para mi despreocupada boca que besa el calor del humo perdido.

Quiero un instructivo de tu casa, quiero una nomenclatura para las cosas que no encuentro en la mía.
Un mapa de los ríos donde aún me hace falta tirar hojas secas para verlas viajar.

De las caras que te conozco, la que más aprecio, es la que no quieres mostrar.
Un secreto te digo, si tu a cambio me dices uno...
Guardaré las palabras, del miedo que tienes, y te susurraré al oído las puedo nombrar para poder verte dormir.

¿Te digo mi secreto? Mis hojas secas en tu pecho quiero dejar,
ver a dónde nos llevan en la mirada unida por una travesía de ilusiones,
 que pensé, habíamos dejado atrás.

Sabré guardar el secreto, si me lo cuentas; si sabes guardar el mío.
Que el queso de cabra, a veces me recuerda esa sala de naranja atardecer.
Que tu perfume no se va de mi memoria cuando sueño en encontrar mis ilusiones.
Que las cortinas más feas son las que me hacen sonreír.
Nada mal, nada mal y continuamos...

Que mi cuerpo aún reserva esa luz perdida, como esperanza para verte otra vez.
Quiero más espinacas. Quiero más café. Quiero que la tarde se quede con nosotros y no pare de llover afuera. Quiero, quiero, te quiero a tí y ese es mi mayor secreto.
Sabré guardar el tuyo! tu quieres algo, tal vez más que yo; no guardaré tu miedo, pero reservo por siempre tu sonrisa honesta de palabras disfrazadas, para no olvidar que algún día, algún día que no tarda en llegar, sabré si quieres lo mismo que yo.

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