domingo, junio 06, 2010

Estoy ahí.

En el pecho llevas una antorcha, de llamas y fuerza encendida.
De tus ojos, el universo emana el líquido vital de tu enorme espíritu.

Te doy el aliento que tú misma hiciste renacer en el soplo de mi corazón herido.

A veces no hay palabras, sólo silencios.
Sólo vemos caer las hojas igual que las notas de Nina cantando en el piano.

Sé que no habrá nada en este mundo, que te llene igual, como las cosas antes lo hicieron.

Pero quiero darte un abrazo, mis lágrimas que te acompañen en la noche estrellada mientras fumamos un cigarro juntas. Justo, acompañarnos como lo haremos siempre.

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