miércoles, diciembre 19, 2007

El amante de la noche de los muertos.


Creo que no tengo memoria, nunca la he tenido tanto como los demás, y aunque muchos creen que eso es malo, yo creo que debe ser un privilegio, por que tengo más espacio en mi mente para recordar cosas que no son concretas, pero que son las únicas que de algún modo tienen sentido. Si tuviera que recordar una noche de entre todas las de mi vida para llevarme a la tumba, sería aquella de los mismos muertos. Música, había mucha esa noche y tomaba un pesado envase de cerveza mientras me latía el pecho lleno de burbujas que no sabía hacia donde se iban; esa noche recuerdo haber sentido el aroma de un vértigo maravilloso, aquel que se siente como sube y baja en el estómago, es el excitante aroma de no saber que pasará. Esa noche, fue la más dulce, como nunca había tenido ninguna. Tenía puestos aquellos zapatos, negros, grandes y largos con los que me siento una gran dama hechicera, (aquella noche tenía ya un encanto magnífico). Fueron los mismos que use en su boda, para desearles suerte sin que ustedes supieran, y es por que todo en mí tiene un mito. Aunque a veces yo misma me olvide de eso. Recuerdo que iban y venían, los cabellos de colores, los sacos viejos, las caras desconocidas y deformadas, mientras yo me paseaba con ese sombrero de alambre que a mi pesar había hecho sola, pero se convertiría en una emblemática corona que se contoneaba junto con la decisión de mi libertad. Hasta ese momento, el sentido estaba indefinido, o no sabía más bien que me había dirigido hasta allí con la intención de que así fuera. Cuando el ruido era maravilloso, cuando solo veía las palabras en las grandes bocas sonrientes, tuve la revelación de aquel viaje que hice junto con mi hermana y la puesta de sol la vi repetida en tus ojos. Era idéntica, quien lo diría, hasta ese momento fue que comprendí, (yo no sabía) que había dos soles en vez de solo uno, y es que olvide que el río lo acompañaba en aquella ocasión. Después todo, hubo un torbellino de risas, y bienestar, eso lo recuerdo, como si hubiera nacido para mecerme de esa manera en ese sitio y sólo en aquel, en el mismo que por las noches escucho tu corazón que me confiesa su deseo, donde baila el mío acompañado. Aunque nadie me lo dijera, una verdad me fue revelada, y como toda revelación que se había mantenido en secreto, tenía que ser olvidada por la memoria… pero esa noche la mía falló, así que la recuerdo: y es que jamás, volveré a estar sola, que del amante de aquella noche, de los ojos de soles, encontré al compañero de mis angustias de cientos de años borrados, (ahora suspiros de recuerdos recuperados) y la casualidad fue la madre del sentido pleno, del despertar de verdades sueltas tejidas en una madeja asombros, de casualidades con propósitos, y todo aquello que le da luz a mi vida se manifestó esa noche, susurrándome a voces de mis y sus muertos que así lo esperaban; así que seguí los pasos y lo sigo haciendo, hasta la noche que mi memoria pueda volver a olvidar. Eso es tal y como lo recuerdo y desde entonces he podido conversar con mi magia de nuevo, después de haberla dejado de escuchar por tanto tiempo, hoy la siento de nuevo en mis huesos, bailamos por las noches acompañadas por la alegría fría de aquel invierno, en la que el fuego era más intenso gracias a que se alimentaba de tu alegría y nuestras risas. Recordé también la música que se repetía en mi cabeza desde siempre, la misma que me mantuvo despierta por tanto tiempo sin entender por qué. La casa vieja de tejas rotas y los abrazos que nos quitaban el frío. En cinco minutos recordé todo, y mi piel se estremeció con tu presencia iluminada, y las burbujas, el baile, las risas, la música estaban ahí por que tenía que haber sido y así será y fue siempre. El amante de la noche de los muertos es el que tiene toda la vida manifestada a través de un montón de cosas invisibles para quien no debe verlas, así que si se tiene la fortuna de encontrarlo en la noche precisa, tal vez pueda recordarse entre las telarañas de la memoria, que siempre ha estado en nuestra cabeza y en nuestro corazón, pero debe tenerse cuidado, por que existe gente impostora, que emplea la luz de la luna para disfrazarse de él. Lo más doloroso es, que a veces la confusión puede ser mortal, por que puede borrar las huellas del amante de la noche de los muertos, y entonces nunca podrá ser encontrado. Ahora lo comprendo todo más fácil, por que no podía terminar los rompecabezas, por que mis ojos estaban al revés, por qué siempre tenía la sensación de un desorden descomunal donde no encontraba las cosas; por que desparecía todo en el instante mismo en que intentaba aprehenderlo, por que se apagaba y se prendía el cerillito de mi casa. Todo me decía que hacía falta encontrarlo, así que después de que logré hacerlo, mis ojos se abrieron profundamente y escucho otra vez hablar a los pajaritos que se alimentan en el patio, y la gatita es otra vez casi la amiga más vieja, los colores vuelven a bailar en mi paleta y juguetean en los lienzos y las hojas; volví a soñar con las grullas que vuelan, y escucho como cantan los libros. Tantas cosas, recuperar tanto a veces no es tan sencillo. El capullo se hace hilos de seda que se van tejiendo poquito a poco, se borda tan lindo desde que el sol se pone dos veces, y cuando amaneces, es el resplandor mas nítido, tanto que a veces me deslumbra, pero eso no importa, por que sé que nunca más volveré a dejar de verte, incluso después de cerrar mis ojos por ultima vez.

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